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José Raúl Capablanca, el genio cubano

El ajedrez es arte y también ciencia donde se piensa y organiza; debe ser materia escolar, es un ejercicio mental con el cual se acostumbra a la persona a razonar, reflexionar y controlarse, algo tan necesario en nuestra época. Ese pasatiempo ha tenido innumerables jugadores extraordinarios, muchos han dejado huella en su paso por los tableros, algunos de ellos genios, verdaderos talentos que con su inteligencia han iluminado el firmamento ajedrecístico y han legado sus partidas y estrategias para la historia.

Sin embargo, hay otros que en sus poderosos cerebros, como don natural, divino, dotados de un intelecto superior, pueden de una sola mirada leer y saber lo que acontecerá en las casillas. 

Comentaré de una leyenda, un sabio, un jugador innato, lo más parecido a una computadora, a quien le pusieron el sobrenombre de “La  máquina de ajedrez”. 

Todo eso era José Raúl Capablanca y Graupera, el único hispano que ha sido campeón mundial del juego ciencia. Ese cubano, nacido en La Habana, puso a la Isla en la cúspide del ajedrez.  Fue el tercer monarca universal, cuya genialidad consistía en un profundo entendimiento de estrategia y un maestro de análisis y cálculo. Con solo ver la partida ya sabía como concluiría. 

Marcó todo un hito en su época. Con su originalidad e imaginación daba verdaderas sinfonías sobre el tablero, se le denominaba el Mozart del ajedrez.

Escribió varias obras que versan sobre el jugo de los sesenta y cuatro cuadros, siendo la principal el denominado “Fundamentos del Ajedrez”, libro que aún en la actualidad es referente en esa área.

Raúl era un jugador precoz que ganaba con facilidad y perdía muy pocas veces; en las partidas rápidas era virtualmente insuperable.

En cuanto a su persona, era una celebridad social, le gustaba el billar, el póker y no estudiaba, sino que era tan brillante que movía las piezas por intuición, convirtiendo su mejor arma en la sencillez en su planteamiento, era lógico y por tal motivo original y preciso. 

El antillano decía:

“El ajedrez como todas las cosas puede aprenderse hasta cierto punto y no más allá, todo lo demás depende de la naturaleza de la persona”.

En el año de 1921 se apodera del trono universal al derrotar al alemán Emanuel Lasker y abdica al título en 1927 ante Alexander Alekhine, después de fragorosa batalla. La época en qur un genio de nuestras tierras, Carlos Torre Repetto, también se dejó ver entre esos colosos.

Se retira, según los archivos, con un palmarés de 302 victorias, 246 empates y únicamente 35 derrotas, algo increíble. Lamentablemente padecía hipertensión y a los 53 años de edad, sufrió una hemorragia cerebral  y Tánatos que no perdona lo venció en la partida más importante: la vida, le dio jaque mate en marzo de 1942. 

Capablanca era un virtuoso del tablero, brillante, el mejor jugador, un hombre adelantado a su tiempo como todos los ilustrados, y a muchos años de su fallecimiento, merece apropiadamente el calificativo de genio. Mérida, julio de 2022. 

Rafael J. Ramos Vázquez (*)
Abogado y empresario. 

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